miércoles, 12 de octubre de 2011

Bert Trautmann, reivindicarse en el campo de juego

Pocas personas tienen la oportunidad de reivindicarse de pequeños errores, y son menos aún las que saben aprovechar esas oportunidades de la vida. En el caso de Trautmann la situación se agudiza, ya que se trató de uno de los pocos integrantes de los ejércitos que lucharon la Segunda Guerra Mundial, que pudo devolverle algo, por más pequeño que sea, a aquellas personas a las que tanto les había quitado con su accionar en la contienda.

Pero la historia de este alemán es larga, y merece ser contada, así que allí vamos. Lo primero es que nació en la ciudad de Bremen, un 22 de octubre de 1923, en medio de una sociedad destrozada por los acuerdos firmados tras el final de la Primera Guerra Mundial, y en cuyo interior comenzaba a surgir la figura emergente de Adolf Hitler. Su padre trabajaba en una fábrica, su madre era ama de casa, y tenía un hermano, Karl-Heinz, quien también era su gran amigo.

Cuando los chicos crecieron, a su padre se le hizo imposible mantener los impuestos de su vivienda, y debieron mudarse a un departamento en un barrio de trabajadores en Gröpelingen, donde vivirían hasta 1941. Allí fue donde Bernhard -su nombre de pila- comenzó a demostrar un gran interés en los deportes, especialmente el fútbol, el balonmano y el atletismo.

Por esa misma razón no dudó en unirse al club Blaus and Weiss, de esa zona, al mismo tiempo que estudiaba en la Asociación Cristiana de Jóvenes, aunque sin demasiada convicción. En cambio, en agosto de 1933, y siendo apenas un niño, decidió enrolarse en la Jungvolk, una célula de la que se desprendería luego la Juventud Hitleriana.

Incluso, al año siguiente participó junto a otros seguidores de varios juegos atléticos en la región, ganando muchos de ellos, y logrando ser destacado por el mismo presidente alemán, Paul von Hindenburg. Una vez que la llegada el ascenso de Hitler al poder se hizo realidad, Trautmann ingresó a las fuerzas aéreas como mecánico en motores.

Totalmente consubstanciado con la causa nazi, en 1941 decidió unirse a la temida Luftwaffe, la fuerza aérea, aunque en principio sólo para trabajar como operador de radios y radares. Sin embargo, no mostró aptitud para el puesto, y fue enviado a la sección de paracaidismo, de la cual tenía sólo remota idea.

Londres, bombardeada
Con el avance de las tropas alemanas, fue enviado al distrito de Spandau para servir como una segunda línea en el ataque a Polonia, pero como las batallas habían sido superadas con éxito, sólo se dedicaba a practicar allí sus deportes favoritos con sus compañeros, en espera de nuevas instrucciones.

Sin embargo, en medio de una de las tantas bromas que se jugaban entre ellos, se produjo un accidente con un automóvil en el que Trautmann salió herido, motivo por el cual fue juzgado por sus altos mandos, quienes le impusieron tres meses de prisión como pena. Pero, a la semana de entrar a la cárcel, se le diagnosticó apendicitis, por lo que fue operado y paso el resto de la sentencia en el hospital militar.

Una vez recuperado, en octubre de ese año, se unió al 35º pelotón en Dnepropetrovsk, Ucrania, donde los alemanes se había detenido ante el avance del crudo invierno soviético. Durante algunos meses, su tropa sólo se dedicó a realizar ataques sorpresa, mostrando él una gran habilidad, por lo que fue ascendido a a cabo.

Durante todo el año siguiente, siguieron golpeando las puertas del corazón comunista, pero no pudieron lograr más ofensivas, aunque Trautmann particularmente ganó cinco medallas de honor por su accionar en el frente de batalla, incluyendo una Cruz de Hierro de Primera Clase.

Ya ascendido a general por sus labores de planeamiento de ataques, fue confinado a Francia junto con otros restos de pelotones, en la espera del ataque norteamericano. Fue entonces uno de los pocos sobrevivientes de los bombardeos aliados en Kleve, y en ese mismo momento se decidió a regresar a su casa.

La tarea no era sencilla, ya que podía ser disparado tanto por integrantes de un bando, por enemigo, como del otro, por desertor, aunque decidió correr el riesgo de todas maneras. Sin embargo, dos soldados estadounidenses lo capturaron en una granja en medio de su escape, y tras negarse a darles información, aprovechó un descuido para darse a la fuga, pero a las pocas horas, topó con un guardia británico, que lo aprisionó.

Inicialmente fue enviado a Bélgica, pero más tarde lo llevaron a Essex, Inglaterra, donde fue interrogado otra vez. Considerando que había sido instruido desde pequeño en el pensamiento alemán, fue catalogado como “categoría C”, es decir, un nazi de la más alta escala. Unos meses después, lo llevaron a otro campamento en Marbury Hall, donde se le rebajó a categoría “B”.

Para 1947, llegaría a su destino final como prisionero, el pequeño pueblo de Ashton-in-Makerfield, donde junto a los demás condenados se pasaba las horas jugando al fútbol, incluso contra los guardias que le vigilaban el resto del tiempo. Era mediocampista, aunque en un choque se produjo una lesión, y decidió intercambiar roles con el guardameta Gunther Luhr. Allí también se ganó el nombre de Bert, ya que a los ingleses les costaba decir Bernd.

Para cuando se estableció el cierre del campo de prisioneros, a Trautmann le ofrecieron regresar a su país, aunque para entonces había hecho amigos y le pareció mejor quedarse en Gran Bretaña, trabajando en una granja, aunque al poco tiempo aceptó un trabajo para desactivar bombas en Liverpool, amparado en el anonimato.

En ese momento comenzó a jugar para el St. Hellen Town, un equipo menor que se interesó en él porque le había sido recomendado a un dirigente. Sus actuaciones fueron tan determinantes, que incluso clasificó al equipo a la final de la desaparecida Copa Mahón, en la que nueve mil espectadores se dieron cita para poder verle en vivo.

Con la temporada 1949/50 a punto de comenzar, su nombre estaba agendado en una docena de equipos de la Premier, aunque finalmente firmó por el Manchester City, el 7 de octubre del ´49. La noticia, que había causado expectativa a los seguidores “citizen”, fue tomada de mala manera cuando la prensa divulgó su pasado nazi, al punto de que los fanáticos realizaron varias protestas contra su fichaje.

Para colmo de males, Trautmann tenía la misión de hacer olvidar en el campo de juego al histórico Frank Swift, uno de los mayores ídolos del City, recién retirado. De hecho, aunque ni sus propios compañeros estaban convencidos, el capitán Eric Westwood, quien además había sido veterano de Normandia, afirmó en su presentación, “no existen guerras en este vestuario”.

El portero hizo su debut entonces el 19 de noviembre ante el Bolton, y con su buena actuación logró acallar parte de las críticas en su contra. Sin embargo, los hinchas de los demás equipos no eran tan solidarios, y en diciembre recibió siete goles contra el Notts County, en buena parte por sus problemas de concentración, según el mismo dijo.

Su primera visita a Londres, la ciudad que el mismo había bombardeado, se produjo en enero de 1950, ante la atenta mirada de la crítica, que fue despiadada con él, al referirse los medios a su persona como nazi, o “kraut”. Se esperaba entonces una derrota del City, pero Trautmann fue la gran figura del encuentro, al punto de ser en buena parte causante de la victoria. Incluso, cuenta la leyenda, que ambas parcialidades lo aplaudieron una vez finalizado el encuentro.

La jugada de su lesión
Ese mismo año el City descendería, pero tras una temporada en la Championship regresó para la campaña 1951/52. Luego de eso, el ex paracaidista se estableció definitivamente como uno de los mejores arqueros del Reino Unido, por lo que podría inferirse que su pasaje por una categoría inferior le sirvió mucho a nivel moral.

En los siguientes años, jugó 245 de los 250 encuentros que disputó el City, lo que provocó que el Schalke de su país, que se había fijado en su gran nivel, ofertara 1.000 libras por sus servicios, aunque los ingleses, que ya le habían tomado aprecio, respondieron negativamente a la propuesta, argumentando el que futbolista valía al menos, “20 veces más”.

Con la llegada de Les McDowall al cargo de entrenador, se impuso en el equipo la tendencia a mantener la posesión del balón todo lo posible, por lo que se requería de su habilidad con los pies para ayudar a sus compañeros. Además, con los entrenamientos, comenzó a practicar en lanzar el baló directamente a los “alas” del equipo, Ken Barnes y John McTavish, una técnica que tomó del gran Gyula Grosics.

Usando este sistema, el City llegó a la final de la Copa FA de 1955 ante el Newcastle, convirtiéndose Trautmann en el primer alemán en alcanzar esa instancia. Las “urracas” eran favoritas, por haber ganado el torneo en 1951 y 1952. El comienzo no fue el mejor, y antes del minuto de juego, ya perdían por 1 a 0, con un gol de Jackie Milburn, y para colmo de males, Jimmy Meadows se lesionó dejándolos con diez hombres.

Eso obligó a modificar el esquema de los “ciudadanos”, que entonces no podían contar tan fácilmente con las salidas desde su meta, y finalmente perderían el encuentro por 3 a 1, aunque habían logrado igualarlo al finalizar la primera etapa. A pesar de la derrota, el club saldría sumamente fortalecido.

De hecho, a la temporada siguiente el City no sólo regresó a la final de la FA en busca de venganza, sino que también logró terminar cuarto en la Premier League. Pero volviendo a la primera competencia, esta vez el rival en la fase decisiva, era el Birmingham City.

Condecorado por Isabel II
Trautmann llegaba fortalecido, ya que había sido escogido como mejor jugador del año antes de la contienda, y en general todo el equipo estaba mucho más fuerte que el año anterior. Promediando el segundo tiempo, los celestes se habían adelantado por 3 a 1, y el Birmingham atacaba con todas sus fuerzas. En una jugada aislada, el delantero Peter Murphy chocó con sus rodillas contra el cuello del alemán.

No podía levantarse del suelo, y sufría convulsiones, pero uno de los ayudantes del equipo le explicó que no tenían más modificaciones, por lo que debería intentar continuar en el terreno de juego. No sólo lo hizo, sino que sacó una pelota del propio Murphy que con toda seguridad se iba a convertir en el descuento. El City se consagró y los hinchas reconocieron sus esfuerzo en tales condiciones.

Al día siguiente se celebraba la cena de campeones, pero Trautmann no pudo asistir debido a que aun le dolía mucho la zona del golpe, por lo que prefirió ir al hospital San Jorge para revisar sus heridas, aunque se marchó cuando le dijeron que sólo se trataba de un calambre.

Las molestias en su cuello, sin embargo, no había calmado al cabo de tres días, y por eso consulto a un médico del “Manchester Royal Infirmary”, quien le realizó una radiografía, diagnosticándole cinco vértebras dislocadas en el cuello, una de las cuales además estaba partida al medio. El accidente había estado incluso cerca de quitarle la vida.

La recuperación le llevó varios meses, buena parte de la temporada 1956/57, y durante ese tiempo fue reemplazado por Jack Savage. Su regreso se produjo en la reserva del equipo, aunque aún no estaba con la misma seguridad de antes, algo que se manifestó en su vuelta con los titulares, recibiendo tres goles en un partido contra el Wolverhampton. Algunos fanáticos creían que estaba siendo apurado por el club, y otros le pedían que se retirase dejando en alto su recuerdo.

Estatua en su honor
Para la campaña siguiente, el City viviría un año muy especial, ya que se convirtió en el único equipo en la historia de la Premier League en recibir y anotar más de 100 goles en una temporada. Las actuaciones de Trautmann desde luego no fueron buenas, ya que aunque no estuvo en la caída por 9 a 2 frente al West Bromwich, sí lo hizo en la derrota 8 a 4 contra el Leicester, su peor récord personal.

Luego de ello siguió alternando en el equipo, aunque ya nunca volvería a ser el de antes, y finalmente decidió retirarse en 1964, cuando desde hacía algunas temporadas ya casi no formaba parte de la consideración de sus entrenadores. En sus 15 años en la institución, totalizó 545 encuentros disputados.

Al retirarse, el club realizó un partido homenaje en su honor, al que asistieron 47.000 espectadores. Fue el capitán de un combinado de Manchester, con jugador del United y el City, que incluía por ejemplo a y Charlton y Denis Law, contra una selección de jugadores ingleses que tenía a Tom Finney, Stanley Matthews y Jimmy Armfield.

Hay que mencionar también que a pesar de su trascendencia internacional, Trautmann nunca defendió a su país de nacimiento. De hecho, en 1953 se reunió con Sepp Herberger, el entrenador alemán, quien le dijo que le tendría en cuenta sólo si jugaba en su país, algo que le privó de ser campeón del mundo al año siguiente en Suiza.

A pesar de algunas experiencias en otros equipos menores, se retiró definitivamente de la práctica para dedicarse a la dirección técnica. Comenzó su nueva profesión en el Stockport County, un equipo más bien pequeño, pero tras una irregular campaña y peleas con los dirigentes, se marchó al Preußen Münster de Alemania.

Luego de ello, la Federación de su país le invitó a visitar países en vías de desarrollo para promover el fútbol, y gracias a este empleo conoció naciones como Birmania, donde entrenó a la selección local, clasificándola para los Juegos Olímpicos de 1972, y con la que obtuvo la “Copa del Presidente”, un torneo disputado por los países del sudeste asiático.

Posteriormente también pasaría por, Liberia, Pakistán y Yemen, hasta 1988, cuando se retiró y se instaló en España, más concretamente en Valencia. En 2004, fue nombrado en la Orden del Imperio Británico, en reconocimiento a su labor en pos de las relaciones entre alemanes e ingleses, gracias a la Fundación que lleva su nombre. Al año siguiente, fue incluido en el Salón de la Fama del Fútbol Británico.

Hoy, aún vivo, sigue disfrutando del reconocimiento que recibe tanto en Inglaterra como Alemania, el que se ganó a base de esfuerzo, y que se transforma en un cálido aplauso cada vez que concurre a ver al Manchester City, donde alguna vez fue resistido.



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